A principios de la década de 1850, Richard Wagner (Leipzig 1813 – Venecia 1883) se encontraba inmerso en la
composición de la que es probablemente la obra más ambiciosa y original de toda
la historia: la tetralogía titulada El
anillo del nibelungo, magna sucesión de cuatro óperas, en la que
invertirá 26 años de trabajo (de 1848 a 1874), con un intervalo de 12 años (de
1857 a 1869) en los que abandonará momentáneamente la empresa para dedicarse a
componer Tristán e Isolda y Los maestros cantores de Nüremberg.
La valquiria, compuesta entre 1852 y 1856, se tardaría en estrenar.
La premiere llegó, aún sin insertar
en el ciclo del Anillo, el 26 de
junio de 1870 en el Real Teatro de la Corte de Munich. Seis años después, en agosto
de 1876 Wagner cumplió su sueño y se representó completo el ciclo del Anillo del nibelungo en su flamante
teatro de Bayreuth.
GÉNESIS DE LA OBRA
Arthur Schopenhauer |
La época previa a la composición
del Anillo es de gran actividad ensayística e intelectual. Wagner escribe,
entre otras obras, Arte y revolución,
La obra de arte del porvenir y Ópera y Drama, donde quedan reflejadas
de manera teórica sus ideas artísticas y también las político-sociales, de las
que no escapa el inquietante aunque tan extendido antisemitismo. Del mismo modo
que Wagner influirá posteriormente en el nihilismo de Nietzsche (Wagner
afirmaba la necesaria muerte de Dios y su también necesaria sustitución por el
arte), las influencias más notables le llegan en estos momentos del padre del anarquismo,
el ruso Bakunin, con el que daba largos paseos por Dresde, y sobre todo de Schopenhauer,
el enorme filósofo del humanismo pesimista, de cuya obra El mundo como voluntad y representación bebió en abundancia el
autor de La valquiria.
La idea de poner letra y música al
ciclo épico de los nibelungos se remonta a la década de 1840, cuando Wagner, que
se encontraba inmerso en la composición de Lohengrin y comenzaba sus lecturas sobre mitología germánica, lee, entre otras
obras, el Cantar de los Nibelungos,
la epopeya más importante del Medievo germano. De la obra extrae el personaje
de Sigfrido, el héroe conocido en el ámbito mítico germánico, entre otras
hazañas, por dar muerte a un fabuloso dragón. A partir de allí escribe, de
manera muy libre, mezclando otras fuentes épicas y aportando ideas originales
suyas, un texto que dará origen a lo que luego fue la Tetralogía.
Este texto se fue gestando hacia
atrás. La idea original era que la ópera se titulase La muerte de Sigfrido. A partir de ella el compositor se iría
remontando hacia los orígenes de la leyenda y resolviendo de manera inversa los
interrogantes que se iban planteando en la historia, plasmando así la juventud
del héroe en Sigfried y seguidamente la
historia de sus padres, La Valquiria,
para llegar hasta un prólogo original, El
oro del Rin, donde se contaría el origen del oro con el que se forjaría un
anillo mágico que daría a la postre nombre al ciclo completo: El anillo del nibelungo.
NIBELUNGOS Y VALQUIRIAS
Los nibelungos de Wagner son una
raza de enanos que habitan galerías subterráneas y la historia, en resumidas
cuentas, trata del desequilibrio que se produce por el robo del oro que hay en el Rin por parte de Alberich,
el más oscuro y ambicioso de entre los nibelungos, que fabrica con ese oro un
anillo mágico y poderoso que otorga a su poseedor el poder, pero también la
aniquilación. Tanto Alberich, el nibelungo, como Wotan, el rey de los dioses, poseen
el anillo pero lo acaban perdiendo. A partir de ahí, su obsesión durante todo
el ciclo será recuperarlo. El nibelungo para dominar el mundo y Wotan para
frenar la caída de los dioses.
Las valquirias son, según
tradicional definición, jóvenes vírgenes y guerreras de la mitología nórdica
que se encargan de insuflar valor a los héroes en medio de la batalla y de
recogerlos cuando han caído muertos para conducirlos al Valhalla, donde se
encargan de servirles en los banquetes. A la más célebre de las valquirias,
Brunilda, dedicó Wagner la primera jornada, segunda de las óperas que componen El anillo.
EL LEIT MOTIV EN WAGNER
La tetralogía, como la práctica
totalidad de la obra wagneriana, está levantada sobre la técnica del leit motiv o motivo conductor. Consiste
en que cada personaje o idea quede asociada a un motivo melódico o rítmico
concreto. Este motivo aparecerá constantemente a lo largo de la obra, bien
cuando vaya a aparecer el personaje o la idea, o simplemente cuando el autor
quiere que el espectador lo recuerde.
Los motivos conductores son
múltiples en La tetralogía. Cada uno
de los personajes tiene el suyo pero también el oro, la maldición, el Valhalla,
el fuego, el amor etc. Los estudiosos han llegado a contabilizar hasta 80 leit motiv originales, que se convierten
en muchos más con sus diferentes variaciones, desarrollos y modificaciones. A
veces un motivo se transforma en otro y otras veces los motivos dialogan entre
ellos como si fueran personajes. Se trata de una auténtica obra de ingeniería
melódica y rítmica.
LA ACCIÓN DE LA VALQUIRIA
El arranque de la acción de La valquiria nos sitúa unos veinticinco
años después de El oro del Rin. Ahora
el oro, y el anillo, están en poder de Fafner, antiguo gigante que se ha
metamorfoseado en dragón y que lo custodia en una cueva de un apartado bosque.
ACTO I
En la casa del guerrero Hunding,
levantada en torno a un gran fresno. Entra un hombre fugitivo, Siegmund, a
quien atiende hospitalaria Sieglinde, la esposa de Hunding. Entre ambos
jóvenes surge de manera espontánea un especial afecto que no saben a qué
achacar. Cuando aparece Hunding interroga al recién llegado, quien cuenta cómo
de pequeño perdió a su padre y a su hermana y desde entonces anda en su busca.
También narra que en una ocasión, ya adulto, trató de ayudar a una novia que
era llevada a la fuerza al matrimonio y mató a quienes se le enfrentaron, quienes
ahora le persiguen. Hunding entonces lo reconoce: era él el joven que trató de
turbar su boda y, aunque no le niega la sagrada hospitalidad por una noche, le
reta a un combate al día siguiente. Siegmund queda solo e invoca a su padre
llamándole Wälse.
Sieglinde, que ha dispensado un somnífero
a su esposo, se vuelve a reunir con Siegmund. Le cuenta que el mismo día de su
boda apareció un anciano tuerto que clavó en el fresno una espada que hasta
ahora nadie ha podido sacar. De repente, aquel inicial afecto se convierte en un
arrebatado amor entre los jóvenes y Siegmund entona un canto a la primavera como fuerza vital de la
naturaleza. Sieglinde le pregunta el nombre de su padre y él dice que se
llamaba Wälse. Era el nombre de su padre, es la prueba definitiva de que ha
reencontrado a su hermano. Ahora entiende qué le pasó al verle. Siegmund, lleno
del valor que le infunde el amor por Sieglinde, arranca heroicamente la espada
del fresno y exclama: eres novia y hermana para el hermano, brote de nosotros
la estirpe de los welsungos. El resultado práctico de este acto es que va a ser
inmediatamente engendrado Sigfrido (cuyo nombre significa “paz victoriosa”). Podemos escuchar seguidamente el final del acto I cantado por Lotte Lehmann (Sieglinde) y Lauritz Melchior (Siegmund), dirigidos por Bruno Walter en una grabación de 1935:
video de primobaritono
video de primobaritono
ACTO II
En un desfiladero, Wotan (el rey de
los dioses) conversa con Brunilda, su hija preferida de entre todas las
valquirias. Al fondo se divisa la soberbia fortaleza del Valhalla, la morada de
los dioses. Wotan le dice a su hija que debe ayudar a Siegmund en el combate
contra Hunding.
Pero Fricka, esposa de Wotan y
diosa del matrimonio, exige, por el contrario, el castigo de Siegmund y
Sieglinde por adúlteros. Además, le recrimina sus aventuras extramatrimoniales.
Wotan le replica: por un lado se unió a Erda, la diosa de la tierra, para engendrar
a las nueve valquirias, que protegen a los héroes que a su vez defienden a los
dioses en el mundo; por otro lado se unió a una mortal para engendrar a los dos
welsungos, Siegmund y Sieglinde, destinados a su vez a engendrar a un héroe
libre, el futuro Sigfrido, que habrá de recuperar, por sí mismo y sin ayuda
divina, el anillo (custodiado ahora por el dragón Fafner en una cueva), y que
Wotan no puede recuperar para no alterar el orden natural, según le ha
comunicado la propia diosa de la naturaleza. Pero Fricka le replica que le ha
entregado a Siegmund su propia espada, por lo que en realidad no es libre del
todo. Wotan se sume en la depresión porque reconoce que su esposa tiene razón y
además porque se ha enterado de que el nibelungo ha conseguido engendrar a un
hijo, a quien también ha destinado a recuperar el oro. Aquí podemos escuchar este diálogo entre Wotan y Fricka en las voces de Hans Hotter y Christa Ludwig, bajo la dirección de George Solti:
video de mondolariano
video de mondolariano
Así que Wotan decide, para su
dolor, proteger la honra de su mujer, la reina de los dioses. Vuelve a llamar a
Brunilda y le revoca la orden: Siegmund debe morir. Y aquí llega el momento
clave de la obra: Brunilda no entiende el cambio de parecer de su padre y se
resiste a acatar la orden. Wotan, a pesar de que ama a su hijo, amenaza a
Brunilda con un terrible castigo si no le obedece.
Vemos aparecer a Siegmund y
Sieglinde que tratan de escapar de los perros de caza de Hunding. Ella se desmaya y cae a tierra mientras él la protege. Aparece Brunilda, quien le
anuncia que morirá en el combate e irá al Valhalla como un héroe. Pero él no
desea ir si no lleva consigo a Sieglinde. Se siente fuerte porque confía en su
espada. Brunilda le revela que Sieglinde está embarazada y que la propia
valquiria cuidará de ella. Brunilda, que acaba de descubrir la fuerza del amor
humano, está conmovida y dispone a cambiar la suerte del combate. Llega Hunding
y comienza el encuentro. Brunilda interpone el escudo y en ese momento llega
Wotan, que interpone a su vez su fabulosa lanza, ante la cual la espada se
rompe. Hunding puede así matar a Siegmund. Brunilda huye y se lleva consigo a
Sieglinde y los pedazos de la espada. A Hunding le comunica que el honor
matrimonial, objeto de protección de Fricka, ha sido salvado. Aún así, el dios,
que le odia porque ha matado a su hijo, lo fulmina sin demora sin otro recurso
que una terrible mirada de desprecio. Tras esto parte veloz en busca de la
díscola valquiria.
ACTO III
La roca de las valquirias. Aparecen
las valquirias cabalgando para reunirse mientras entonan gritos de guerra
mientras recogen los cuerpos de héroes que han muerto en la batalla. Llega a la
roca Brunilda que no lleva el cuerpo de ningún héroe sino el de Sieglinde. Las
valquirias ven que Wotan persigue a Brunilda y, espantadas, niegan la ayuda a
su hermana, quien queda a solas con Sieglinde. Las hermanas, mucho más simples,
no entienden que Brunilda, la más sabia de todas y la más amada por su padre,
sea precisamente la que desobedezca.
La joven welsunga desea morir pero
Brunilda le comunica que está encinta, por lo que pide inmediatamente protección
para el fruto de su amor. Brunilda le dice a Sieglinde que se dirija, con los
pedazos de la espada de Siegmund, hacia un bosque cercano a la cueva donde el
dragón custodia el oro. Sabe que allí no se acercará Wotan. Le vaticina que su
hijo algún día empuñará esa espada. Aquí podemos escuchar ese fragmento en las voces de Nina Stemme (Brunilda) y Waltraud Meier (Sieglinde), bajo la dirección de Daniel Barenboim en 2010:
video de Arcagol
video de Arcagol
Llega Wotan a la roca de las valquirias,
absolutamente furibundo. Primero le humilló su mujer, ahora su hija. Las demás
valquirias tratan de aplacar al dios, pero Brunilda se dispone a acatar el
castigo. Wotan le comunica que dejará de ser inmortal y que un día llegará un
hombre que se adueñará de su virginidad. Las hermanas de Brunilda se sienten
horrorizadas ante tal castigo y piden clemencia, pero Wotan les amenaza con lo
mismo a todas, ante lo que huyen despavoridas.
Cuando quedan solos Brunilda y su
padre, ella le explica que, en realidad, al desobedecerle ha hecho que se
cumpla lo que realmente deseaba. Ella no es sino la ejecutora de los más
íntimos deseos de su padre, y el propio Wotan lo sabe. Por eso, su dolor al
castigarla es, si cabe, mayor. Pero se dispone a imponer su castigo: quedará
dormida en la roca y la poseerá el hombre que la encuentre y la despierte.
Brunilda protesta y le pide que al menos no sea un cobarde. Wotan, conmovido
por el valor de la más amada de sus hijas, accede. Ella queda yacente y el dios
la besa largamente para despedirse, mientras comienza a rodearla
lentamente de un fuego sagrado que impedirá que llegue hasta ella nadie que no
sea un verdadero héroe. Podemos escuchar a continuación el final de este acto III de La Valquiria en una grabación del Festival de Bayreuth de 2007, con Albert Dohmen como Wotan y la soberbia dirección musical de Christian Thielemann:
video de Salotti Ars Dei
video de Salotti Ars Dei
LOS PERSONAJES
Lauritz Melchior |
Siegmund, hijo de Wotan, está destinado, como buen héroe, a morir
pronto y su misión es engendrar a su vez a otro varón libre y desconocedor del
miedo, quizá la última oportunidad de que Wotan consiga recuperar el oro y que
no se derrumbe definitivamente el mundo de los dioses. Es un tenor heroico de
prestaciones típicas de heldentenor.
Voz potente y timbrada y gran resistencia. El primer acto lo ocupa su figura de
principio a fin, más incluso que Sieglinde y es uno de los cometidos más duros
de todo el repertorio de tenor de todos los tiempos.
Sieglinde, una soprano de corte igualmente dramático. De modo que la
pareja de welsungos son un anticipo de la explosión de épica y de amor entre
Siegfried y Brunilda que se desarrollará en la siguiente entrega (Sigfrido). La obra se iba a titular
primero Siegmund y Sieglinde: el castigo
de la valquiria.
Hans Hotter |
El Wotan wagneriano, el Odín de la mitología cuyo pensamiento refleja
en gran medida el pensamiento de Schopenhauer, es el dios supremo, el
correspondiente al Zeus-Júpiter grecolatino. Su epíteto épico de “señor del
combate” no atenúa su situación desesperada. No sabe cómo recuperar el oro
robado y siente impotencia ante lo que se le viene encima. En La valquiria aún deja sentir toda su
fuerza y todo su poder. En Sigfrido
perderá vigor y en El Ocaso de los dioses
se diluirá ya casi del todo. Pero en Valquiria
es un papel grandioso por todo lo que expresa y por lo muchísimo que canta. Lo
debe interpretar un bajo-barítono que sea a la vez de voz poderosa y con un
registro agudo luminoso que refleje la alegría, la emoción y el legítimo
orgullo que le produce el ardoroso comportamiento de Brunilda.
Fricka es la esposa de Wotan y diosa protectora del matrimonio. Una
mezzo o contralto que necesita aportar oscuridad y sequedad en su metal vocal, pues
se debe imponer ante su esposo en su defensa de las reglas del matrimonio y si la
voz es demasiado liviana desdibuja mucho la acción dramática.
El antipático guerrero Hunding constituye un buen regalo para
un bajo profundo. Hunding es un simple instrumento o esbirro, una prolongación, en la tierra, de la Fricka del Valhalla, a la que guarda lealtad para que se
cumplan los sagrados pactos matrimoniales. Un hombre que respeta las leyes y,
por tanto, no es libre, según la filosofía destructora de Wagner.
Y, elevándose por encima de todos los
demás, está Brunilda. Es uno de los
personajes más atractivos y ricos en matices salidos de la inspiración
wagneriana. Brunilda es la creadora de la mayor tensión dramática del ciclo y,
ya dentro de La valquiria, el punto
de inflexión a partir del cual partirá y se desarrollará la resolución trágica
del conflicto.
Kirsten Flagstad |
Su rebeldía ante el mundo que le
circunda también la hace heredera de antiguas heroínas de la mitología griega
como Electra o la propia Medea. Pero con su desobediencia ante las órdenes de
su padre es reflejo sobre todo de aquella conmovedora Antígona, tan
magistralmente planteada por Sófocles, la valiente hija del rey Edipo que
desafía al poder establecido y esas inhumanas leyes que no permiten enterrar el
cadáver de su hermano Polinices por ser traidor a la patria. Antígona se rebela,
entierra a su hermano y por ello es castigada a morir. Wagner (Ópera y Drama), tras analizar el incesto
de Edipo, habla de Antígona: “Su amor era plenamente consciente. Ella sabía lo
que hacía y sabía que tenía que hacerlo, que no tenía elección y que había que
actuar según el imperativo del amor”.
Astrid Varnay |
Y lo traslada miméticamente a su Brunilda
que, empujada igualmente por la impresión que le produce la fuerza del
sentimiento amoroso entre los welsungos, se rebela y los protege. Su carácter
decidido tiene por bandera el autoconvencimiento de que está actuando bien,
reforzado, como en el caso de Antígona, por la inexperiencia juvenil. Y no en
vano el amor de Antígona, aunque carente de deseo sexual, era por su hermano
Polinices; el amor que impresiona y que hace a Brunilda desobedecer a su padre,
es también entre hermanos. Por tanto, con su no acatamiento de las órdenes se
encarga de poner la fuerza del amor carnal como motor imparable de la
naturaleza al que el orden establecido debe frenar y embridar porque se escapa
constantemente a la ley. Wagner, como buen romántico alemán, había asimilado
bien la mitología griega como fuente literaria primordial de los grandes
conflictos humanos.
Brunilda es una soprano dramática que
debe tener capacidad sobrada para proyectar la voz por encima de una orquesta
de ingentes dimensiones y cuyos agudos deben impactar ya desde su briosa
salida.
En La valquiria no hay coro pero sí
un personaje de carácter coral como son las nueve valquirias (Brunilda
incluida) que, cantando entrelazadamente, protagonizan la escena más popular de
la obra, esa espectacular “cabalgata” que abre el acto III.
DIE WALKÜRE COMO OBRA DE ARTE TOTAL (GESAMNTKUNSWERK)
En el plano artístico, Wagner
evolucionó hacia una concepción de la ópera como obra de arte total en la que
ningún elemento debe destacar por encima de otro sino que voces, orquesta y
escena se deben fundir y repartir corporativamente y solidariamente sus respectivas
misiones siempre al servicio del drama dejando atrás la tentación de lucimiento
personal. Los elementos de la obra de arte total wagneriana son cinco: argumento,
texto, voces, orquesta y escena.
1. El argumento de La valquiria está extraído de la mitología
germánica, concretamente del Cantar de
los nibelungos, pero Wagner hace de él una interpretación muy libre y
adaptada a su obra.
2. El texto está compuesto por el
propio Wagner. Hay detractores de la literatura wagneriana pero la clave de su apreciación
es que por sí misma no tiene sentido pues debe servir a una empresa común.
3. La orquesta es aquí de enormes dimensiones
(más de 100 instrumentistas) y hace en La
Valquiria el papel del coro de la antigua tragedia griega, ya que tiene el
cometido de anticipar ideas y de recordarlas en el transcurso del drama. El uso
de la armonía es revolucionario en Wagner, que rompe esquemas hasta el punto de
que en ocasiones no se sabe bien en qué tonalidad nos encontramos. En Tristan e Isolda atisbará incluso la
atonalidad, sin embargo no es La
valquiria la ópera de Wagner donde nos encontraremos con mayor estado de
indefinición armónica (hay quien la ha descrito como un adagio lírico dentro
del ciclo).
Birgit Nilsson |
4. Las voces en teoría se
encuentran al mismo nivel que los otros elementos e insertas en el gran
entramado orquestal, pero, como en toda ópera, la realidad es que la voz tiene
mayor importancia que otros elementos. Lo que sí hizo Wagner es liberar a la
voz de la tiranía de los cantantes italianos que tantas veces utilizaban la
obra de arte como factor de lucimiento personal. En ocasiones el canto deja paso a una suerte de canto declamado continuo, como en el largo monólogo
de Wotan del acto II. Wagner había acabado del todo con la división tradicional
de la ópera en números, de modo que lo que quedó fue eso que definió el propio
Wagner como “melodía infinita”. Pero las voces wagnerianas, igual que las de
Verdi, deben cantar con estilo, aquí propiamente wagneriano sí, pero muy
depurado.
5. Por último, la escena, también
diseñada hasta el último detalle por el autor. Wagner quiso ser dramaturgo
antes que músico y siempre gozó de una gran intuición dramática pero aquí tuvo
más problemas que en el resto de los elementos porque, a pesar de sus esfuerzos
por ello, no acabó de redondear su visión escénica, que a veces se perdía en
multitud de detalles que acaban por distraer. La valquiria tiene una escenografía relativamente simple, basada en
tres espacios: la casa de Hunding, el Valhalla y la roca de las valquirias. Y
aunque hay movimientos escénicos como combates o persecuciones, prima la quietud
del diálogo y del monólogo. Las largas excursiones de Wagner por los Alpes
influyeron decisivamente en el diseño de los escenarios de La valquiria que muestran una espectacular naturaleza montañosa.
EL TEATRO DE BAYREUTH
Festspielhaus Bayreuth |
Wagner siempre había soñado con la
idea de tener un teatro propio. Él proyectaba sus obras, especialmente las que
componen la Tetralogía, para que fueran representadas de una manera muy
especial y con unos medios técnicos muy diferentes a los de la ópera
convencional. La densidad de la orquesta es sobresaliente, por lo que los
teatros decimonónicos se quedaban pequeños, especialmente en lo que al foso
respecta. Y escenas como la de Sigfrido luchando con el dragón, las hijas del
Rin flotando sobre las aguas, la presentación del soberbio Valhalla (el Olimpo
de los dioses nórdicos) o la propia cabalgata de las valquirias, requerían
medios técnicos caros para que no quedasen ridículos.
Luis II de Baviera |
Para ello convenció al que fue sin
duda su más célebre admirador y mecenas, el excéntrico monarca Luis II de
Baviera, de invirtiera ingentes cantidades de dinero en la construcción de un espacio
ad hoc. Wagner eligió la tranquila y
pequeña localidad bávara de Bayreuth. Y aunque el teatro se tardó en levantar y
varias bancarrotas hicieron a Wagner pensar en emigrar a Brasil o a EEUU,
finalmente lo consiguió. El resultado es el teatro de los festivales de
Bayreuth, diseñado a imagen y semejanza de las obras del compositor. Sería
además su retiro artístico pues en las proximidades del teatro se construyó una
villa donde residiría durante sus últimos años.
El "abismo místico" |
Para la construcción del graderío
el teatro deja de lado la vieja estructura de herradura de los teatros
europeos, pensada para ver pero también para verse los espectadores entre sí,
optando en cambio por el diseño en semicírculo tipo teatro griego. De este modo
se consigue que la visión sea cómoda desde cualquier localidad. Además, el foso (conocido como "el abismo místico") está oculto para el espectador, que sólo escucha el sonido que sale de él. La
estupenda acústica que se logró equilibra a la perfección voces y orquesta y
permite que el cantante wagneriano cante cómodamente y sin forzar
excesivamente.
Sala del Festspielhaus Bayreuth |
Wagner concebía las
representaciones de sus óperas como la asistencia a una especie de acto casi
religioso (Dios ha muerto y el arte ha de ocupar su lugar). Era otra manera de
hacer revivir la idea idealizada que los románticos tenían de lo que pudieron
ser las representaciones de tragedias griegas en el teatro de Dioniso de Atenas,
que duraban todo el día y en las que se ponían en escena tres tragedias, como
los tres actos de La valquiria, y que
eran precedidas de una procesión y oficio religioso en honor de Dioniso. Un
wagneriano como Albert Lavignac (Le
voyage artistique a Bayreuth, 1897) llegó a decir que a Bayreuth se puede
ir a pie, a caballo, en carruaje o en bicicleta, pero que como verdaderamente
había que ir es de rodillas. El wagnerianismo causó furor desde su inicio, y hoy
día millares de wagnerianos se siguen dirigiendo cada verano al Festival de
Bayreuth como auténticos peregrinos. Y es que, como dice Christian Thielemann
(uno de los grandes directores wagnerianos de la actualidad), la música de
Wagner tiene algo de adictivo y narcótico.
III REICH Y WAGNER
Luis II no fue el único gobernante
que bebió los vientos por Wagner. Es de sobra conocida la admiración que le
profesaron las élites de III Reich. No les fue difícil encontrar en La tetralogía afinidades ideológicas, identificando, por ejemplo, a los nibelungos, esos codiciosos enanos que buscan
obsesivamente el oro, con los judíos. La partitura de La valquiria, junto con algunas otras del autor, que Wagner había
regalado a Luis II y que obraba por entonces en poder del Ministerio de
Economía alemán, fue regalada a Adolf Hitler en su 55 cumpleaños y hoy se
desconoce su paradero.
LAS VIRTUDES DE DIE WALKÜRE
La valquiria es, de todo el ciclo, la ópera que más se representa
suelta. A ello contribuye que, a pesar de que forma parte del conjunto, tiene
coherencia argumental por sí misma, porque Wagner ya se encarga de que los
personajes (sobre todo Wotan) nos cuenten los detalles que necesitamos saber
para entender la trama. Pero principalmente porque la historia amorosa de los
welsungos aporta un lirismo dentro de la épica que la hace muy atractiva. Wagner
pone toda la carne en el asador al describir la potencia del amor humano y,
dentro de su obra, estos amores tan solo son comparables a los posteriores de
Brunilda y Sigfrido y, naturalmente, a la inmensa e insuperable exaltación
amorosa que supone Tristán e Isolda. Para
Cosima, la hija de F. Liszt y segunda mujer de Wagner, La valquiria era la más patética y trágica de todas las obras de
Wagner.
Lo que resuena en La valquiria, quizá como en ninguna otra
obra, es el mundo heroico, el aliento genuinamente épico. Será el mismo
espectro en que se moverá buena parte de Siegfried.
Épica en estado puro es la batalla del tercer acto en la que cae el héroe ante
una fuerza superior. La épica llega incluso a lo vocal. Como ejemplo, el
prolongado grito de Siegmund en el primer acto invocando a su padre llamándole
Wälse ha sido objeto de comparación entre tenores heroicos. El mejor de todos
ellos, Lauritz Melchior, llega a emitir el sonido durante 15 segundos, como en esta grabación de 1940:
video de jaaaaaayynnee
video de jaaaaaayynnee
CONCLUSIÓN
Quien conozca la trama argumental
del Anillo entiende bien que, en su
conjunto, puede ser perfectamente interpretado desde el punto de vista de la cáustica
crítica anarquista e incluso de la socialista revolucionaria haciendo frente a
los abusos de la sociedad industrial. También es posible que se vea como drama
ecológico sobre la alteración de la naturaleza a la que el hombre le ha robado
su estado primigenio.
En La valquiria, la tesis social y humana que se extrae de ensalzar los
amores ilícitos de Sieglinde y Siegmund y la desobediencia de Brunilda, sería,
fundamentalmente, que el amor carnal jamás puede encerrarse en los estrechos límites
del matrimonio. Había dicho Wagner (Ópera
y drama) “El amor sexual es el agitador que rompe los estrechos límites de
la familia para ampliarlos él mismo en una sociedad humana mayor. Por tanto la
contraposición entre el amor familiar y el sexual es algo espontáneo y tomado
de la propia naturaleza. Esta contraposición se basa en la experiencia y por
ello resulta tan fuerte y atractiva para nosotros”.
Wagner, de personalidad polémica y
arrolladora, creador de una obra de gigantescas proporciones y con una
repercusión sin precedentes, recibió elogios y críticas desde temprano. El que
para unos fue el artista total para otros fue un ególatra pretencioso. Nietzsche
abrió fuego en El caso Wagner y le llamó
“histrión decadente”. Thomas Mann lo admiró enormemente como creador de una
obra en contra de toda cultura. Para Derick Cooke, el Anillo es la obra de arte más ambiciosa de la civilización occidental. Lo que nadie duda es que Wagner fue,
como Siegmund, Sieglinde o Brunilda, un auténtico ser libre.
Tras conocer La valquiria entenderemos mucho mejor el por qué se desata la pasión
humana, especialmente si es contraria a derecho, como esa que arrastró de
manera fatal a los hermanos welsungos. Y lo haremos de la mano de la
arrebatadora e inspiradísima música con que la dibujó Wagner, quien fue
partícipe de ella en las numerosas ocasiones que le proporcionó su atribulada y
rica biografía erótico-amorosa.
Dijo Wagner: “¡Divina Antígona (o
Brunilda), haz ondear tu estandarte para que, amparados en él, destruyamos y
redimamos!” Sólo tras la soberana lección de música que supone esta segunda
entrega de La Tetralogía, estaremos en condiciones de afirmar, sin fisuras, que
pocas cosas hay más humanas y más fecundas que la rebeldía y desobediencia,
como demuestra Brunilda, que de hija del dios prefirió pasar a carne mortal, impresionada
precisamente por la fuerza que emana del amor humano, explicado como un sentimiento
tan poderoso que tiene, como el propio Wagner, vocación de inmortal y de invencible.
Publicado por Íñigo de Goñi y Atticus (“Amics de l´Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana”).
ennecus@yahoo.es
- Podéis consultar el libreto de La Valquiria AQUI.
- “La Valquiria”, de Richard Wagner, se representa en el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia los días: 3, 6, 9 y 16 de noviembre. Más información sobre repartos y venta de localidades, en la web del Palau de les Arts.
- Duración aproximada: 5 horas (Acto I: 70 minutos; Pausa: 25 minutos; Acto II: 100 minutos; Pausa: 25 minutos; Acto III: 80 minutos).
CRÓNICAS DE LAS FUNCIONES
- La crónica de Maac
- La crónica de Atticus
- El Mundo
- El País
- Gonzalo Alonso
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- El concertino
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