Producción de La forza del destino que podrá verse en Les Arts |
Nos encontramos en la década de los 60 del
s. XIX y Verdi se encamina con paso
firme hacia la plena madurez de sus últimas obras. Tras el fracaso de público de
Simon Boccanegra -el último fracaso
operístico de Verdi- ahora su
maquinaria musical y dramática navega a toda vela y estrena Un ballo in maschera (1859), ópera en la
que vuelve jugar la carta de la expresión melódica aunque ahora con un lenguaje
mucho más acabado y completo que en las óperas de juventud. Pero Verdi, desde tiempo atrás, deseaba retirarse
de los escenarios y dedicarse a su otra gran pasión, las labores agrícolas en
la finca que había adquirido en Sant´Agata, cerca de su Busseto natal, donde
vivía desde hacía años con Giuseppina
Strepponi, con la que se había casado hacía poco (1859) tras 11 años de
concubinato (lo que le había generado no pocos problemas con la pacata sociedad
de su terruño).
Por otro lado está su actividad política,
al lado de Cavour en el recién
estrenado parlamento del reino recién unificado de Italia. Verdi había sido un gran entusiasta de la unificación italiana y a
ella había contribuido como pocos con su música, pero nunca se encontró a gusto
como parlamentario. En su breve periplo, empujado por Cavour, se dedicó a gestionar algunas subvenciones para los teatros
de ópera, pero, muerto Cavour, Verdi no volvió a ejercer de político.
GÉNESIS
DE LA OBRA
Verdi hacia 1860 |
Para San Petersburgo se barajaron varias
obras, entre ellas el Ruy Blas de Victor Hugo, pero se trataba de un
drama con deriva política de índole anti aristocrática, así que la dirección del
teatro no lo vio conveniente por los previsibles problemas con la censura rusa.
El tema elegido finalmente fue la historia del caballero don Álvaro, protagonista de la célebre obra de Ángel de Saavedra, duque de Rivas, también conocida como La fuerza del sino, obra en la que ya se
había fijado Verdi hacía unos años.
DON ÁLVARO O LA FUERZA DEL SINO DEL DUQUE DE RIVAS
El duque de Rivas |
La obra tuvo admiradores (Mesonero Romanos y Hartzenbusch), que elogiaban su plasticidad y su capacidad para
mantener en vilo al espectador, y también muchos detractores, que criticaban
sin conmiseración sus excesos románticos y su poco estética deriva sangrienta.
Para empezar rompe totalmente las canónicas unidades aristotélicas: de espacio,
pues cambia de manera drástica de escenario (pasa de España a Italia para
volver de nuevo a España); de tiempo (pasan 7 años entre el principio y el
final); y de acción (pasan muchísimas cosas diferentes) lo que distrae
demasiado y difumina algo el asunto central.
Pero esto es una característica común a
muchas obras del período romántico. Fuera de España, un prestigioso crítico de
la época, Filippo Filippi, con quien
Verdi mantuvo estrecho contacto, definía
La fuerza del sino como “una absurda invención española” en la
que Verdi había encontrado “una especie de orgía plástica, un
caleidoscopio manchado de sangre, una verdadera olla podrida”. Lo que está
claro es que la creación del duque de Rivas responde perfectamente a los
gustos, probablemente algo desaforados, de un público y una época, la época
romántica, que en España se vivió con inusitada fuerza creativa y con una eclosión
de obras literarias del tipo de la que nos ocupa.
Pero a Verdi
la obra le encantaba. Había dicho: “el
drama es potente, singular y vastísimo: me gusta bastante y no sé si el público
opinará lo mismo pero yo creo que es algo fuera de lo común”. A Verdi le gustaba el desgraciado
personaje, la mezcla de estilos de una obra que pasaba del lenguaje culto a las
expresiones populares y además sentía
atraído por la ideología que se desprende del drama, rebelde e inconformista
como él.
EL
LIBRETO
El libretista elegido para escribir los
versos de La forza del destino fue Francesco Maria Piave (Ernani, Foscari, Macbeth, Corsaro, Stiffelio, Rigoletto, Traviata, Simon, Aroldo, Forza). Verdi trabajó emocionado y, tras intervenir, como era su costumbre,
en el perfeccionamiento del texto, completó la música en apenas tres meses,
cosa que recordaba a esos años de febril trabajo de juventud conocidos como “anni di galera”.
Francesco Maria Piave |
EL
ESTRENO DE LA FORZA DEL DESTINO
Con la ópera lista, los Verdi se ponen en camino el 24 de
noviembre y llegan a San Petersburgo el 6 de diciembre. El avituallamiento para
el viaje de los Verdi a Rusia,
preparado escrupulosamente por Giuseppina,
incluía arroz, macarrones, queso y salami, además de 120 botellas de Burdeos y
10 de champaña para las ocasiones especiales.
Verdi en Rusia |
Una vez todos estuvieron de vuelta en San
Petersburgo para la temporada siguiente, la obra se estrenó el 10 de noviembre
de 1862, casi un año después de lo previsto. Verdi presencia el triunfo de su obra. El propio Tamberlick era el tenor y el barítono Francesco Graziani completaba el
cartel. Verdi es recibido por los
zares en su palco y poco después se le otorga la gran cruz de la orden de san
Estanislao.
VERDI
EN ESPAÑA
A la vuelta de Rusia, antes de retornar a
Italia, Verdi viaja a Madrid para
presenciar el estreno en el teatro Real (febrero de 1863). La obra entusiasmó
al público madrileño, aunque Verdi,
haciendo gala de su carácter huraño, apenas se relacionó con una sociedad
española deseosa de halagar a quien consideraba por entonces, como había
ocurrido con la visita de Rossini
unos años antes, un auténtico ídolo. Por cierto, que al duque de Rivas, presente
en el estreno, no le entusiasmó nada la adaptación de su obra.
LA
VERSIÓN REVISADA PARA MILÁN
Antonio Ghislanzoni |
Aunque pierde en dramatismo, el nuevo final
de Verdi es bellísimo y contribuye a
dejar al espectador con un sabor de boca algo menos duro. Otra de las diferencias
es la incorporación, en lugar del breve preludio, de una auténtica obertura,
que se coronará como la obertura más célebre de Verdi. La obra, pues, se reestrenó seis años después (27 de febrero
de 1869) en la Scala de Milán, ocasión que proporciona a Verdi el reencuentro, tras 25 años, con el teatro de sus primeros
triunfos. La obra, además de ayudarle a consolidar su prestigio nacional e
internacional, le proporcionó buenas sumas de dinero, con lo que el maestro se
pudo dar por satisfecho.
LA
ACCIÓN
La obra se desarrolla una parte en España
(Sevilla y alrededores) y otra en Italia, en s. XVIII.
LA OBERTURA: tras unos contundentes acordes
iniciales de los instrumentos de metal, presenta sucesivamente cinco motivos
que el espectador escuchará a medida que avance la obra: el del destino, que
cabalga insistentemente (aparecerá en bastantes ocasiones a lo largo de la
ópera), el de don Álvaro, de un carácter más dulce, el de Leonora, pleno de
religiosidad, el de la redención y, por último, un coral religioso que
simboliza el refugio de la fe.
video de ninetta209
video de ninetta209
ACTO
I
Sevilla - Grabado del s.XVIII |
ACTO
II
Ha pasado año y medio. La primera escena es
muy colorista, en una taberna de las afueras de Sevilla. allí, junto al
posadero, estudiantes y una gitana que predice el futuro (Preciosilla), se
encuentra, disfrazado de estudiante, don Carlos de Vargas, el hermano de
Leonora, que la busca para castigarla a ella y ejercer la venganza en don
Álvaro. Leonora que cree que don Álvaro la ha abandonado, también se encuentra
en la posada, en su caso disfrazada de hombre por lo que logra pasar desapercibida
ante su hermano.
Boceto de A.L.Roller para el estreno |
ACTO
III
En el campamento militar de Velletri, en
Italia, en el marco de la guerra de italianos y españoles contra alemanes. Han
pasado algunos años. Don Álvaro se ha enrolado exitosamente en el ejército
español, y se ha trasladado a Italia con la intención de huir de su destino.
Pero hasta allí le persigue su hado y en el mismo campamento se topará de nuevo
con don Carlos de Vargas.
Boceto de A.L.Roller para el estreno |
En la segunda escena, cuando don Álvaro ha
sanado de sus heridas, don Carlos va a buscarlo y se produce el violento duelo
hasta que los contendientes son separados. El final de esta segunda escena se
vuelve a convertir en costumbrista y aparecerá de nuevo la vida castrense y se
dejan caer por allí el fraile cascarrabias Melitón, quien se queja de la vida
de vicio de la soldadesca, y de nuevo la gitana Preciosilla quien adivina el
futuro y canta alabanzas a la vida militar. Buena parte de esta escena está
basada en la obra Wallensteins Lager (El campo de Wallenstein) de Schiller.
ACTO
IV
Pasan ahora más de cinco años y la escena
se vuelve a trasladar al monasterio donde se esconde Leonor. Tras otra escena
de costumbres, en la que Fray Melitón reparte la comida a los pobres, aparece
don Carlos de Vargas, quien sigue la pista del nuevamente huido don Álvaro. El
pobre caballero se ha refugiado allí sin saber que en ese mismo lugar, a
escasos metros, se encuentra también Leonor, a quien creía muerta. Así que,
cercano al final de la obra, por fin se encuentra el trío protagonista.
LA ESTRUCTURA
DRAMÁTICA
La obra alterna en su desarrollo cuadros
dramáticos e íntimos con otros coloristas y populares. Así, tras la escena
inicial, teñida de sangre, el cuadro siguiente nos muestra un cuadro casi
pictórico del ambiente de taberna donde aparecen bailes de seguidillas. Así,
durante toda la ópera, se consigue ir periódicamente descargando tensiones que,
de no ser así, serían insoportables.
LOS
PERSONAJES
Pertenecen a dos ámbitos claramente
diferenciados: el de la trama dramática propiamente dicha y el del espectro
popular, que apenas se juntan excepto en el momento en que la gitana
Preciosilla descubre que don Carlos no es quien dice ser.
Franco Corelli |
Richard Tucker |
Don Álvaro es uno de los grandes roles
verdianos para tenor. Tenía dos arias en la versión de Rusia, la segunda de las
cuales (que era muy difícil) se suprime en la versión final, con lo que el
tenor queda aliviado y los demás personajes algo más compensados. Es un tenor spinto con tendencia a lo dramático.
Pero debe tener capacidad para aportar un toque de dulzura y de debilidad pues
el personaje es realmente vulnerable, así que necesita dramatismo en el
recitativo y elegante fraseo en el aria, por lo que un dramático puro es muy
posible que no llegue a dar lo requerido. El recitativo de don Álvaro “La vita é inferno all´infelice” (“la vida
es un infierno para quien es infeliz”) es un perfecto resumen de su vida y
de su estado anímico. El propio Verdi
ya dijo, refiriéndose este papel de tenor, que ha de ser cantado, no ladrado. Aquí podemos escuchar el recitativo y aria de don Álvaro en la interpretación del tenor neoyorquino Richard Tucker:
video de Art is the signature of civilizations
video de Art is the signature of civilizations
Leonard Warren |
video de phalenopsis1
Teresa Stolz |
video de Onegin65
Padre
Guardián
del monasterio, actúa como la voz de la conciencia de Leonora y don Álvaro, a
quienes comprende. Aunque ayuda a los amantes a reconducir desde un punto de
vista cristiano sus vidas, tiene realmente poco papel dramático pero sirve para
reconciliarnos un poco con la humanidad porque, entre tanta calamidad y tanto
odio, es el encargado de aportar la serenidad del espectro espiritual. Es un
bajo cantante con rotundidad en los graves.
Mardones, Caruso y Ponselle en La forza del destino |
Fray
Melitón:
personaje cómico que representa a un clérigo que siempre se queja y refunfuña.
Es cómico pero sus intervenciones tienen cierta enjundia por lo que requiere un
buen barítono.
Preciosilla: la peculiar gitana
patriótica, es una mezzo con agilidades y tesitura bastante alta. Su música
recuerda por momentos muchísimo a la del
paje Oscar de Un ballo in maschera.
Su intervención hace que esta ópera no sea una ópera de hombres, como ocurría
en Simon Boccanegra.
De estos dos últimos personajes decía Verdi que “son importantísimos y desde cierto punto de vista los primeros de la
ópera”. Seguro que no tanto pero lo cierto es que cantan bastante y que no son
papeles nada fáciles. Hay quien ve en Melitón un esbozo en ciernes del propio
Falstaff. Y Preciosilla es una difícil mezcla, un híbrido de la gitana Azucena
(Trovatore), la maga Ulrica y el
propio paje Óscar (Ballo in maschera).
Fuera del ámbito verdiano hay quien ve en ella aspectos y trazas de la Marie de
La fille du regiment (1840) de
Donizetti y de la propia Carmen (1875)
de Bizet.
El coro, tan importante en Verdi, tiene importantes intervenciones
entre los monjes del acto II y los soldados del III, pero hay otro personaje
que recorre sin palabras la obra de principio a fin, y es la fatalidad o el
destino que persigue al personaje de don Álvaro y que es uno de los
protagonistas de la obra, representado por su tema musical. Destino que
persigue a don Álvaro y a Leonora pero también a don Carlos.
CARACTERÍSTICAS
DE LA FORZA DEL DESTINO
Se ha dicho muchas veces que la calidad
musical de esta ópera es desigual. La parte dramática es soberbia pero hay
bastantes momentos de color local y estampas pintorescas que contienen una
música que hay quien pudiera llegar a calificar hasta de vulgar, pero que Verdi utilizaba (como en muchas de sus
obras) para dar contraste a la dureza de la acción principal.
Verdi, descreído y
anticlerical, da aquí un magistral ejemplo de utilización dramática de la
música religiosa, coral y para solista. Las sinceras plegarias de Leonora o los
nobles acentos del padre guardián presentando a los monjes al nuevo ermitaño
(en realidad Leonora) suenan aquí, salidos de la inspiración verdiana, con el carácter
del más auténtico y devoto sentimiento de recogimiento.
En cuanto a la música militar (Evviva la guerra, canta Preciosilla), es
acaso el último eco verdiano de apoyo al movimiento nacionalista del Risorgimento (se trata de tropas
italo-españolas contra alemanas).
La
forza del destino,
a pesar de sus altibajos, es una de esas óperas que poseen todo el sabor de la
más genuina creación del género lírico: personajes desgraciados e imposibles,
arias y dúos vibrantes, aroma de capa y espada, melodías deliciosas e
inspiradísimas y bastante cantábiles. Es en cierto modo la última obra de Verdi en la que se atisba algo del
viejo resabio. Dice G.Martin (biógrafo
de Verdi) que esta ópera está
compuesta “adosando una pasión áspera y
elemental (la del drama romántico español) a una melodía directa y apasionada
(la del Verdi más inspirado)”.
CONCLUSIÓN
Discusiones literarias aparte, lo que está
claro es que el personaje de don Álvaro, extremo en toda su factura, es uno de
los más significativos del romanticismo literario. La forza del destino pone sobre el tapete la idea romántica de
revolución social y justicia. Los Vargas representan así el Antiguo Régimen,
mientras que don Álvaro el hombre nuevo que se revuelve contra las injusticias
seculares. Esta ópera tiene mucho de drama ético y de apología de la rebeldía.
El famoso destino parece ser el causante de las desgracias de don Álvaro,
cuando en realidad su mala suerte le viene determinada desde la cuna y se debe
a la intransigencia de una sociedad cerrada, clasista y racista como la que
representa en la obra la noble casa castellana de los Calatrava. Así que son
los prejuicios de clase y la actitud defensiva de una sociedad reaccionaria que
trata de mantener sus privilegios, y no el tan cacareado destino implacable,
los causantes del mal en la vida de los protagonistas del drama.
A Verdi
la fuerza del destino, o el infortunio de la vida, le había jugado una mala
pasada en su juventud: recién estrenado su matrimonio, murieron en cuestión de
unos pocos meses, su hija, su hijo y su mujer. Tan terrible concatenación de
desgracias había llenado su corazón para siempre de melancolía y quizá también provocó
algo de misantropía. Por eso quizá él era especialmente sensible con este tema,
como con el tema de las maldiciones. Y aquí el protagonista, como el propio Verdi, ha perdido la fe en un Dios al
que encuentra impasible ante los dolores humanos.
Obra poliédrica y caleidoscópica que gira
sobre la existencia de un supuesto poder perseguidor del destino, sí, pero
también del amor, de la moral, de los remordimientos (a Doña Leonor y a don
Álvaro les persigue la muerte del marqués), de la consecución de la paz
interior (ambos la buscarán en la religión), del clasismo (los Calatrava), de
la pobreza (reparto de la comida), de la vida castrense (sus miserias y sus
glorias), de los celos profesionales (Melitón y su antecesor), de la venganza,
del honor o del racismo (le desespera ese “sangue
il tinge di mulatto”).
Drama, a decir de Menéndez Pelayo, inmenso como la vida humana. Y es, en definitiva y
sobre todo, el triunfo, tan romántico y tan verdiano, en forma de inspiradísima
música (una de las más hondamente pasionales de Verdi), del destino fatal, del hado, el viejo fatum romano, contra quien es inútil luchar.
Publicado por Íñigo de Goñi y Atticus (“Amics de l´Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana”).
- Podéis consultar el libreto de La forza del destino AQUÍ.
- “La forza del destino”, de Giuseppe Verdi, se representa en el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia los días: 31 de mayo; y 5, 10 y 14 de junio. Más información sobre repartos y venta de localidades, en la web del Palau de les Arts.
- Duración aproximada: 3 horas y 45 minutos (Actos I y II: 82 minutos; Descanso: 25 minutos; Acto III: 58 minutos; Descanso: 20 minutos; Acto IV: 40 minutos).
CRÓNICAS DE LAS FUNCIONES
La crónica de Atticus AQUÍ Beckmesser AQUÍ
Valenciaplaza.com AQUÍ
El País AQUÍ