3 abr 2013

PREPARANDO "LA FLAUTA MÁGICA"



Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo 1756-Viena 1791) compuso, unos meses antes de morir, ”Die Zauberflöte” (“La flauta mágica”), su última obra para la escena, considerado el más perfecto de los trabajos operísticos del salzburgués en lengua alemana y su auténtico testamento artístico e ideológico.
 
Emanuel Schikaneder
La obra, que consiguió entusiasmar hasta al gran rival de Mozart, Antonio Salieri, fue un encargo del polifacético hombre de teatro Emanuel Schikaneder (1748-1812), director por entonces del popular teatro Auf der Wieden, situado en los arrabales de Viena, y contiene en su argumento constantes referencias y homenajes a las actividades de la francmasonería, a la que Mozart perteneció activamente los últimos siete años de su vida.

El propio Schikaneder es el autor del libreto, para el que se basó fundamentalmente en dos obras del escritor ilustrado alemán Cristoph Martin Wieland (1733-1813): el poema Oberón y el cuento Lulú o la flauta mágica. La obra es del género conocido como singspiel, un tipo de teatro musical popular alemán que alterna en su desarrollo partes cantadas con partes habladas y donde encontró la más calurosa de las acogidas fue entre el entusiasta pero escasamente instruido público de las barriadas más populares de Viena.
 
W.A. Mozart
Su estreno, con el propio Mozart a la batuta, constituyó un gran éxito, llegando a más de 200 representaciones seguidas en el teatro Auf der Wieden. “La flauta mágica” pronto se hizo muy popular en otros países de ámbito germánico, donde desde entonces jamás se ha bajado de los escenarios. Al resto de Europa llegó bastante más tarde (a España, por ejemplo, ya entrado el siglo XX) aunque hoy día ocupa el honorable lugar de ser la ópera más representada en todo el mundo.

PERSONAJES PRINCIPALES
Papageno, un pajarero ambulante (barítono)
Tamino, joven príncipe (tenor)
La Reina de la Noche, poderosa maga (soprano)
Pamina, joven princesa, hija de la Reina de la Noche (soprano)
Sarastro, sacerdote de Isis (bajo)
Monostatos, siervo de Sarastro (tenor)
Papagena, una mujer anciana (mezzosoprano)
Las tres damas de la Reina de la Noche (soprano, mezzo y contralto)
Tres genios o ángeles (voces blancas de soprano, mezzo y contralto)

LA ACCIÓN DE LA FLAUTA MÁGICA
La acción de esta fábula musical, que se desarrolla a lo largo de dos actos de una duración similar (ca. una hora y media cada uno), nos traslada a una vaga localización de tiempos y lugares de leyenda.

ACTO I
Tras una solemne obertura orquestal construida sobre un tema fugado, el primer acto nos presenta al joven príncipe Tamino, que ha salido de cacería y a quien encontramos desmayado ante la aparición de una serpiente gigante. La enigmática Reina de la Noche ayuda al joven y le regala una flauta mágica que tiene la virtud de amansar a quien escucha su encantador sonido. Con ella el muchacho podrá acceder al palacio de Sarastro donde se encuentra cautiva la joven princesa Pamina, hija de la Reina de la Noche. A la chica la retiene el viejo Sarastro, a quien la reina describe como oscuro, cruel y tiránico.

Para lograr acercarse hasta Pamina, contará con la ayuda de tres damas que sirven a la reina y de tres ángeles. A Tamino le acompañará en su viaje Papageno, un pintoresco e inquieto vendedor de pájaros a quien la reina regala también un instrumento mágico, un carillón de campanitas. Pamina, por su parte, intentará huir del palacio donde se ve retenida contra su voluntad. Pero cuando Tamino llegue a la morada de Sarastro se iniciará, a ojos del espectador, la transformación de todos los elementos que hasta el momento se le habían presentado.

ACTO II
El segundo acto desarrollará en toda su amplitud la transformación del valeroso príncipe mientras avanza en compañía de Pamina y ayudado por el poder de la flauta, por un tortuoso camino de interrogantes, triples puertas y pruebas iniciáticas que le dirán si es digno de entrar en el Templo de la Sabiduría. En un segundo plano, Papageno, con su carillón, tratará de colmar su deseo de encontrar el amor de una mujer. Y, mientras la Reina de la Noche libra su desesperada batalla contra Sarastro, su hija Pamina, destinada por él a ser la compañera de Tamino, sentirá la terrible desesperación de creer que ha sido abandonada por su amado. El desenlace pondrá a todos y cada uno en su sitio y llevará al espectador, desde el caos inicial, al orden, la paz y la concordia que emanan de la sabiduría.

COMENTARIO
Mozart pasó a formar parte activa en el año 1784 de la logia masónica conocida como “La beneficencia”. Las asociaciones dieciochescas de tipo francmasón trataban de desarrollar en sus miembros el espíritu filantrópico y humanista que emana de la razón y sus reuniones estaban repletas de simbolismo muchas veces de origen oriental egipcio. El credo de la masonería de la que Mozart fue adepto se resume en tres palabras: sabiduría, razón y naturaleza, conceptos que, si estamos atentos, veremos desarrollados y simbolizados a lo largo y ancho del transcurrir de la ópera. Del mismo modo, el número tres, que representa el tercer grado del iniciado en la masonería, aparecerá constantemente utilizado y combinado en texto y partitura.
 
La Reina de la Noche
La obra posee una atractiva personalidad basada en la combinación de diferentes estilos musicales que van desde la canción popular alemana hasta el coral luterano pasando por las florituras de corte evidentemente italiano de la música cantada por la Reina de la Noche. Nace con estructura de ópera popular alemana (recordemos que contiene partes habladas) pero se eleva hasta lo heroico presentando dos tipos de personajes: los de elevadas miras y los de intenciones más primarias. Podemos seguir esta dicotomía atendiendo a la pareja “caballero-escudero” que constituyen Tamino y Papageno. Esta combinación musical fascinaba a insignes músicos ulteriores como Beethoven o Wagner. La faceta dramática de la ópera, por su parte, maravillaba al gran escritor Goethe.

Mozart y Schikaneder (también masón) plantean la trama de modo que, de inicio, los personajes quedan perfectamente encuadrados a ojos del espectador pero, con gran habilidad, los autores consiguen que nuestra percepción sobre los mismos cambie sobremanera con el transcurrir de los acontecimientos. En este sentido conviene prestar atención especial a la lucha entre Sarastro (el sol) y la Reina de la Noche (la luna), violento encuentro que simboliza aquí el combate entre la sabiduría y la oscuridad.
 
W.A. Mozart
Su estructura, en forma de cuento, hace de La flauta mágica una obra cargada de moraleja ética. Los personajes, llenos de simbolismo, son muy interpretables y al principal de ellos, el príncipe Tamino, Mozart lo dibuja y representa en sus andanzas como un trasunto de la ascensión de un iniciado masón hacia la sabiduría.

La orquestación de La flauta mágica es suave pero a la vez compleja y brillantísima. Notaremos que predomina en ella la utilización de instrumentos de viento-madera, los predilectos de las logias masónicas para sus conciertos. Fijémonos también en la aparición de los trombones en los momentos de mayor solemnidad, como los cantos de los sacerdotes del templo de la sabiduría.

Aunque la obra no contiene recitativos secos, que corresponderían aquí a las partes habladas, sí encontraremos recitativos acompañados por la orquesta, de los que se ha destacado siempre la enorme fuerza que de ellos emana. Lo comprobaremos atendiendo, por ejemplo, al tenso encuentro entre Tamino y un anciano sacerdote al final del acto I.

Una de las grandes virtudes de La flauta mágica está en que es una obra especialmente versátil, pues lo mismo puede entusiasmar al más fino de los melómanos, a quien busque sumergirse en intrincadas filosofías o a quien simplemente guste del espíritu de los cuentos infantiles o populares. Como decía Goethe, esta obra está preparada para cualquier tipo de auditorio, lo que se demuestra en el hecho de que se puede presentar desde en grandes producciones escénicas hasta en formato de teatro de marionetas.

Si es verdad que la obra resalta y sirve de altavoz para la difusión de las ideas que se desarrollaban en las herméticas logias masónicas, la intención de Mozart fue que también fuera una ópera perfectamente comprensible fuera de ese mundo, puesto que los resortes que ideológicamente la mueven, especialmente el amor y la libertad, son fuerzas y motores universales.

LA VERSIÓN DE VALENCIA
De las voces de momento nada podemos adelantar, pero la presencia en el podio del maestro italiano Ottavio Dantone, al frente de la prestigiosa Orquestra de la Comunitat Valenciana, es garantía de calidad y buen sentido musical.

La producción viene del Teatro Reggio de Parma y el director de escena, Stephen Medcalf, ve la obra como un viaje de ida y vuelta al mundo de ultratumba y, por ende, del caos a la armonía. En palabras del pro pio regista, “cada uno de los personajes principales emprenderá un camino en busca de sí mismo y, sólo aprendiendo a conocerse estará en disposición de instaurar una relación profunda con los demás (sic)”. Además parece que concederá gran importancia a la coreografía, en la que incluye al coro como elemento primordial. Medcalf, por último, pretende que el espectador centre su atención en diversos objetos simbólicos (la flauta, el carillón, el retrato de Pamina, el puñal etc.), que se situarán en la escena de modo bien visible y fijo mientras el resto presentará ciertas metamorfosis y fluidez de movimientos.


Publicado por Íñigo de Goñi (“Amics de l´Òpera i de les Arts de la Comunitat Valenciana”).
ennecus@yahoo.es


  • Podéis consultar el libreto de La flauta mágica AQUÍ.
  • “La flauta mágica”, de W.A. Mozart, se  representa en  el  Palau  de  les Arts Reina Sofía de Valencia los días: 6, 13, 17, 21, 23 y 30 de  abril. Más información sobre repartos y venta de localidades, en la web del Palau de les Arts.
  • Duración aproximada: 3 horas y 15 minutos (Acto I: 70 minutos; Descanso: 30 minutos; Acto II: 95 minutos).

CRÓNICAS DE LAS FUNCIONES