Hasta el próximo
15 de diciembre puede asistirse todavía en el Centre del Carme de Valencia (calle Museo nº 2) a la exposición “María Callas. Una Donna, una Voce, un Mito”,
una muestra en la que se han reunido vestidos, joyas, fotografías y diversos
objetos personales de la gran diva operística del siglo XX.
Que, 35 años
después de su muerte, una exposición sobre objetos personales de un cantante de
ópera pueda concitar el interés del público, es algo que ocurre con muy pocos
artistas, y, desde luego, con María Callas (1923-1977) como con ningún
otro.
El lugar preeminente de la exposición, en
medio de una gran sala, lo ocupa el célebre vestido rojo de “Tosca”,
quizás para indicar que este fue uno de los papeles emblemáticos de la cantante,
quien lo interpretaría 51 veces en escena. Tosca
fue uno de los primeros personajes que encarnó en Atenas, con apenas 18 años, María Callas, entonces todavía
anunciada como María Kalogeropoulos.
Una de estas funciones tuvo lugar en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, y ante
un auditorio compuesto mayoritariamente por soldados italianos y alemanes cuyas
tropas ocupaban la capital griega. Y Tosca
fue también la última ópera que cantó en escena, esto sucedió en Londres en
1965, cuando la Callas tan sólo contaba
41 años, una edad en la que lo normal es que la carrera de un cantante esté en
pleno esplendor.
Este vestido rojo fue diseñado por Marcel Escoffier y pertenece a la
producción de “Tosca”, con dirección
escénica de Franco Zefirelli, que se
representó en Londres en 1964 y en París y Nueva York en 1965. Por aquel
entonces la carrera de María Callas reflejaba
ya un ostensible declive vocal, sin embargo el público seguía enloqueciendo con
ella en los teatros. Su fuerza escénica y el desgarrado dramatismo con el que
abordaba sus papeles continuaban hechizando a la audiencia. El crítico del New York Times, a propósito de esta “Tosca” de 1965 en el Metropolitan,
definió a María Callas como “la personalidad más excepcional de entre
las cantantes de ópera” y añadía: “su
grandeza radica en el poder ardiente y total con el que capta el más pequeño
matiz dramático de un personaje”. Y, sin duda, esa fue una de sus grandes
aportaciones al mundo de la ópera.
Como malsana curiosidad: una de las
personalidades que acudió a esas funciones en Nueva York y que fue a los
camerinos para conocer y saludar personalmente a la Callas
fue Jacqueline Kennedy, quien, años
más tarde, se convertiría, para desgracia y frustración de la cantante, en Jacqueline Onassis.
video de jacquesurlus
video de jacquesurlus
A la izquierda del vestido rojo hay una
sala a la que han denominado “Vestidos”, presidida por el texto de La
Habanera de la “Carmen”
de Bizet. En ella encontramos
diversos vestidos de calle y de fiesta de la cantante, entre ellos el célebre traje
de noche negro, diseño de la firma Biki
de Milán, que sería el utilizado por la Callas
en campañas promocionales de la casa discográfica EMI y que ha sido portada de
diversas recopilaciones discográficas y libros sobre la soprano.
También podemos ver algunos diseños
utilizados en representaciones operísticas, como:
El vestido de color amarillo que lució interpretando
el rol de Rosina en “Il Barbiere di Siviglia”, de Rossini, en La Scala de Milán en febrero de
1956. María Callas estrenó el papel el
16 de febrero y participó en cuatro funciones más en el teatro milanés. Estas
fueron las cinco únicas ocasiones en las que encarnó a Rosina en escena. Los supersticiosos podrán afianzarse en el mito
del gafe del color amarillo en un escenario porque la interpretación de Callas no fue precisamente un éxito. Vocalmente
se hallaba en un estado óptimo y en la cumbre de su carrera, pero las críticas
pusieron de relieve la exageración y sobreactuación del personaje, llegándose
incluso a decir que su construcción del mismo era “merecedora de un estudio psicoanalítico”, así como que había
modificado la tonalidad del papel para ajustarlo a su tesitura natural de
soprano. Sin embargo, al año siguiente se procedió a grabar en disco “Il Barbiere di Siviglia”, con Luigi Alva como Almaviva y Tito Gobbi
como Fígaro, acompañados por la Orquesta Philarmonia dirigida por Alceo Galliera, y su Rosina fue entonces unánimemente alabada
convirtiéndose en uno de sus personajes referenciales. Durante el resto de su
carrera interpretó fragmentos de esta obra en numerosos recitales y
grabaciones.
video de leoperarm
video de leoperarm
Vestido verde de “La Traviata ”. Se anuncia en la
exposición este vestido como utilizado en 1950 en Londres. Debe tratarse de un
error, ya que María Callas debutó en
escena el papel de Violetta un año
más tarde, en 1951, y fue en Florencia. Además, la primera actuación de la
cantante en Londres fue una “Aida” en
1953. La Callas no cantó “La Traviata ”
en Londres hasta junio de 1958, donde estaría acompañada por el tenor Cesare Valletti como Alfredo y Mario Zanasi como Germont,
existiendo una grabación discográfica de esa ocasión.
video de turnipoverlord
video de turnipoverlord
Copia de vestido utilizado en “La Traviata ”. Aquí hay otro error. Se dice que pertenece
a una representación en Lisboa en 1955, pero la Callas
no cantó “La Traviata ” en Lisboa
hasta marzo de 1958. Este además es otro de esos momentos míticos de la
historia de la ópera, donde María Callas
coincidió en escena por primera y única vez con Alfredo Kraus en dos funciones inolvidables en el Teatro San Carlos de la capital
portuguesa. Una pareja difícilmente igualable para este título de Verdi. La propia Callas declararía la lástima que sentía porque la carrera de Kraus no hubiese comenzado unos años
antes y hubiesen podido coincidir más veces en un escenario. El vestido cuya
copia se muestra en la exposición pertenece en concreto al Acto II de aquella
producción, a la escena en el palacio de Flora,
como se puede ver al comienzo de este video que, aunque con mala calidad,
recoge algunos momentos de esa histórica representación.
video de lyricarts
video de lyricarts
En una sala contigua a la de los vestidos,
y en esta ocasión encabezada por el texto del aria “Je veux vivre” del “Romeo y
Julieta” de Gounod, se recogen algunas
reproducciones de joyas, tanto de uso privado como utilizadas en
representaciones operísticas por la Callas. Todas
ellas son diseño de las casas Dior o
Trifari. También está en esta sala
la diadema que utilizó en la película “Medea”,
dirigida por Pier Paolo Pasolini en
1969. Retirada de los escenarios y en plena depresión por su decepción
sentimental con Onassis, María Callas aceptó el reto de
interpretar en la gran pantalla a la que había sido una de sus heroínas
operísticas más celebradas, en esta versión de Pasolini de la tragedia de Eurípides.
Aquí no cantaba, apenas susurra una balada a su hijo. La Callas
confiaba en obtener un gran éxito como actriz e incluso en un relanzamiento de
su carrera en esta nueva faceta. Pero, aunque hizo un trabajo más que notable y
no llegó ni mucho menos a ser un fracaso, su labor artística no acabó de
conseguir el reconocimiento que ella esperaba, constituyendo el inicio y el fin
de su carrera cinematográfica.
Otra de las salas de la exposición, junto a
la anterior, se denomina “Cantante” y en ella, bajo el texto del “O mio babbino caro” del “Gianni Schicchi” de Puccini, encontramos diversos
documentos, fotos de familia y de juventud (donde se puede apreciar la
contundente figura de la joven María),
así como programas, anuncios y fotografías de diversas representaciones. De
entre todo ello se puede destacar, por ejemplo:
El documento de renuncia a la nacionalidad
norteamericana
que llevó a cabo la cantante en 1966. María
Callas, nacida en Nueva York hija de emigrantes griegos, pretendía con esta
renuncia y la adopción de la nacionalidad griega, que su matrimonio con Battista Meneghini, que tuvo lugar en Italia
en 1949, quedase como “no celebrado”. Para los griegos un matrimonio no es
válido si no ha tenido lugar mediante el rito ortodoxo. María, que estaba ya separada de hecho de Meneghini desde 1959, confiaba con este paso en que al considerarse,
al menos a efectos griegos, su matrimonio como no existente, su amante Aristóteles Onassis diese el paso, que
nunca daría, de hacerla su esposa. No sólo eso, sino que dos años después el
multimillonario griego se casaría con Jacqueline
Kennedy.
En una de las vitrinas centrales está el programa
de la temporada lírica de 1951 en el teatro de ópera de Río de Janeiro.
Este documento está relacionado con el inicio de la legendaria rivalidad entre María Callas y Renata Tebaldi. Y es que ambas coincidieron en septiembre de 1951
cantando en una gira por Brasil en la que intervenían entre otros, además de
las dos divas, nombres como Giuseppe Di
Stefano, Tito Gobbi, Boris Christoff o Fedora Barbieri. En una actuación benéfica en la que intervenían estos
cantantes, cuenta la leyenda que la
Tebaldi propuso al
resto de artistas que nadie bisase y
todos se limitasen a interpretar una única pieza. Tebaldi eligió el “Ave Maria”
del “Otello” de Verdi, pero tras los aplausos obtenidos, por su cuenta y riesgo y
ante el desconcierto de sus colegas, ofreció dos propinas (“La Mamma
morta” y “Vissi d’arte”). El
público enloqueció con ella, pero la
Callas enfureció.
A eso se unió que Barreto Pinto,
empresario del teatro de Rio de Janeiro donde Callas cantaba aquellos días “Tosca”,
decidió cancelar la presencia de María
en la segunda de las funciones y sustituirla por la Tebaldi ,
con grave riesgo para la integridad física del señor Barreto Pinto, a quien la
Callas estuvo a
punto de abrirle el cráneo con un tintero de bronce si no llega a ser por la
providencial intervención de su esposo Battista
Meneghini, quien, no obstante, no
pudo evitar que su indignada mujer le asestara al empresario un buen rodillazo
en el estómago. Parece que a partir de este momento la rivalidad entre Callas y Tebaldi fue ya irreconciliable.
Fotografía del “Don Carlo” en La
Scala en 1954. María
Callas tenía previsto debutar como Elisabetta
en 1951, teniendo contratada su participación en sendos “Don Carlo” en el teatro San Carlo de Nápoles y en la Ópera de
Roma. Sin embargo, después de haber estado preparando el papel, tuvo que
cancelar ambos compromisos por una inoportuna enfermedad. En abril de 1954, por
fin pudo estrenar el papel de Elisabetta.
Sería en La Scala
junto a Mario Ortica como Don Carlo, Nicola Rossi-Lemeni como Felipe II y Ebe Stignani
como la Princesa de
Éboli. Fue la última ópera de la temporada milanesa 1953-1954 y la Callas
sería aclamada unánimemente por su interpretación. En estos años precisamente
es cuando se produce el radical cambio físico de la cantante que llegó a perder
más de 30 kilos. Preguntada por la prensa por su nuevo aspecto había respondido
con aquella famosa frase: “todo el peso que
me sobraba se lo he dejado a mis colegas”.
Fotografías de “La Vestale ”
en La Scala en
1954.
Fue esta ópera de Gaspare Spontini la
que el 7 de diciembre de ese año abrió la temporada 1954-1955 en el teatro
milanés. La ópera de Spontini
llevaba años en el olvido, pero coincidiendo con el 180 aniversario del
nacimiento del compositor italiano, se decidió recuperar su ópera más
representativa, con dirección musical de Antonino
Votto y una deslumbrante puesta en escena del cineasta Luchino Visconti, en lo que sería la primera colaboración entre Callas y Visconti que se repetiría luego en otras cuatro producciones: “La Traviata ”, “La Sonnambula ”,
“Anna Bolena” e “Iphigénie en Tauride”. Además supuso el debut en La Scala de otro nombre
legendario, el del tenor Franco Corelli.
Esta interpretación de “La Vestale ” es una de las
más alabadas de la carrera de Callas,
obteniendo otro éxito apoteósico. Es famosa la anécdota de que, al finalizar el
segundo acto, el escenario se pobló de flores arrojadas por un público
entusiasmado. Callas cogió una de
esas flores y se acercó a uno de los palcos, entregándosela al director Arturo Toscanini que estaba allí
presente, mientras el público en pie gritaba “¡Viva Toscanini!”. Afortunadamente de esta magnífica representación
también queda constancia sonora.
video de ioSonoCallas
video de ioSonoCallas
Fotografías de “Anna
Bolena” en La Scala
en 1957.
El 14 de abril de 1957 tuvo lugar la primera de las funciones de esta
deslumbrante producción de la ópera de Donizetti que contaba con Maria
Callas como Anna Bolena, Giulietta Simionato como Jane
Seymour, la dirección musical de Gianandrea Gavazzeni y dirección escénica
de Luchino Visconti con escenografía de Nicola Benois y un
vestuario, obra de Visconti y Benois, inspirado en las pinturas
de Hans Holbein. Simionato declararía años después que la interpretación de la que guardaba mejor
recuerdo era esta ”Anna Bolena”. En relación con
esta velada, el director Sandro Sequi dijo: «Cuando se levantó el
telón para el segundo acto, el público estaba ya totalmente entregado, la Callas se unió a la Simionato para el dúo en
el que la Seymour
admite arrepentida que es ella la rival de Anna en el trono. Los que estaban en
el público aquella noche, y de modo especial los vinculados a la producción –
Gavazzeni, Visconti y Benois – recuerdan aquel momento como uno de los más
emocionantes que han presenciado en un teatro». Aquí podemos escuchar una
grabación de aquel dúo tal y como se cantó esa noche.
video de gfdsab
video de gfdsab
Otra sala dominada por una reproducción de
la partitura de “Tosca” y el texto de
“Vissi d’arte”, recoge diversos
objetos personales de María Callas
como: unas recetas de cocina escritas a mano por ella y otra por su mayordomo,
el testamento ológrafo de la cantante, su partida de nacimiento, cartas escritas
a Battista Meneghini, a Tullio Serafín y a Aristóteles Onassis (esta última traducida), o una partitura de “La Traviata” con una anotación a mano
en la que se apuntan indicaciones del director de escena (“va hacia la mesa y se apoya cogiendo un puñado de camelias”).
Precisamente a “La Traviata”
pertenece una de las cinco grandes fotos que ocupan una de las paredes de la
sala. En concreto a la producción presentada en La Scala en 1955, la llamada “Traviata del siglo”, con dirección
escénica de Luchino Visconti, dirección
musical de Carlo María Giulini y en
la que Callas estuvo acompañada por el
Alfredo que interpretó Giuseppe di Stefano, quien no tuvo
precisamente una buena relación con Visconti,
a quien reprochaba su excesiva preocupación por la dirección de actores. La
grabación existente del audio de una de esas funciones recoge una de las
mejores composiciones del papel de Violetta
llevada a cabo por María Callas.
video de phalenopsis1
video de phalenopsis1
La última de las salas, presidida por el
texto de “Casta Diva” y las
fotografías de dos grandes retratos al óleo de la soprano, reúne objetos decorativos
y de uso propio pertenecientes a las distintas viviendas habitadas por la
cantante, y ahí podemos encontrar, por ejemplo, desde una foto enmarcada
dedicada por Tullio Serafín, a un
camisón amarillo con bata negra de Dior
o un bastón de 1853 con la efigie del bufón Rigoletto.
Posiblemente, lo más interesante de esta
exposición para los melómanos, se encuentre en el audiovisual que se proyecta de
forma continua en una pequeña sala, oculta tras una cortina, y donde se ofrecen
casi siete horas ininterrumpidas de material videográfico de María Callas que incluye recitales,
entrevistas y hasta un fragmento de la película “Medea”. Lástima que los responsables de la exposición no hayan
previsto entregar al menos una hoja informativa con el detalle del contenido de
los videos y los horarios de emisión de cada uno de los fragmentos.
Y es que, en
general, hay que decir que la presentación y montaje de la muestra es muy pobre.
Es inconcebible que, en un recinto con tantas posibilidades como el Centre del Carme y con un material
potencialmente tan interesante, se haya obtenido un resultado que deja bastante
que desear: numerosas fotos sin la más mínima explicación, maniquíes impropios
hasta de un bazar chino de barrio, vestidos polvorientos colocados sobre trozos
de tela oscura arrugada y sucia, errores en la descripción de los objetos y una
absoluta falta de información. De ahí que naciera el interés por realizar esta
entrada para intentar orientar un poco más al visitante que acuda a ver una
exposición que, por lo demás, es muy recomendable.
El próximo sábado
24 de noviembre, a las 12 de la mañana, un grupo de personas
pertenecientes a Amics de l’Òpera i de
les Arts de la Comunitat Valenciana acudiremos a ver esta exposición y
desde aquí invitamos a todo aquel que quiera unirse a que lo haga. No se hará
una visita guiada como tal, pero podremos comentar entre todos las cuestiones
que nos puedan ir surgiendo durante la misma.
Exposición
“María Callas. Una donna, una voce, un mito”
Del
18/10 al 15/12 de 2012Centre del Carme
c/ Museo, 2 – 46003 Valencia
Horario: De martes a domingo, de 10 a 20 horas.
Entrada gratuita